Tuesday, April 18, 2006

DITA



Las cosas no salieron como esperaba. Estaba en Madrid, en una cena en casa de los Ballfonts, con mi cuerpo de torero enfundado en un traje hecho a medida en El Corte Inglés, cuando de pronto el imbécil de Pedro Ballfont se le ocurrió la brillante idea de hacer una demostración de mi habilidad con los toros. Joder la hostia, pensé. Hace años que no toreaba. Me llevaron al ruedo y pues, me había tomado unas copas cuando un mozalbete me trae una capa roja. No quiero contar esto. Logré salirme poco antes de la embestida del toro. El boludo de Paco de Mallorca no alcanzó a reaccionar y el toro lo agarró de las bolas. Me quedé ahí merodeando un rato el espectáculo. Me gusta sentir la vibración que emite el morbo, sobre todo cuando viene de chicas bellas que sostienen un cóctel en la mano mientras ven a un hombre desangrarse en medio de un ruedo de tierra café oscura mezclado con las sombras de un lugar mal iluminado. Me quedé entre la gente un rato. Después me aburrí y me fui. Una sensación de tedio se apoderó de mí. La gente aburre, es verdad. Así que me fui de vuelta a la oficina en Miami. Afortunadamente Hoffa tenía todo en orden. Es que es muy eficiente este Hoffa.

Me di vueltas por la oficina, abrí el frigobar. Saqué un vodka que tengo guardado desde el 1512, cuando todavía no empezaban a destilarlo con carbón, lo que lo hace más fuerte incluso que el Absynthe. Bueno. Vaso en mano me asomé por el balcón. Ahí estaban las palmeras haciendo de techos a los focos que iluminaban una calle azul como esa noche. De verdad le quedaron bien algunos paisajes a este. Un auto pasó. Un Cadillac descapotable color blanco, reconocí a su conductor, un traficante. Iba acompañado de dos chicas, una negra y una colorina. Estacionaron fuera de una tienda de licores y mientras el tipo se bajaba ellas aprovecharon de poner un disco. De pronto empezó a sonar la música de Hung Up, en versión de Madonna. Cover de Abba. Tantos recuerdos me trajo. Abba, las fiestas imperdibles en la Studio 54. Ese era mi lugar favorito. La misma Madonna, en sus inicios, tiraba mejor que yo, casi. He estado con ella tres veces. Una delicia. Las chicas se pararon sobre los asientos y bailaron. Entonces me dije: Louis, lo que te hace falta es un polvo. Claro. No estaba con una mujer hacía un día. Ya era hora. Así que me metí a Internet a buscar a la chica del momento, y di con ella. No la había tocado hasta entonces, no había tenido tiempo, no sé. Dita Von Teese. Vi las fotos. Estaba deliciosa.

Llamé a Hoffa. Le ordené que averiguara inmediatamente el paradero de Dita Von Teese. Al minuto tenía la respuesta: Islas Canarias, de luna de miel. Mierda, me dije. De luna de miel. Y España otra vez. Tenía dos posibilidades: me metía en Marilyn Manson o aparecía de otro modo. Pero había un riesgo. ¿Qué pasa si Marilyn Manson es impotente? A ese no lo conozco, aunque me lo han achacado muchas veces. Todo un riesgo. Bien, me dije. Voy. Cerré los ojos. Los abrí. Ahí estaba Dita Von Teese, frente a mí, dándose un baño de tina, piel blanca cubierta de espuma. La miré largo rato, invisible. No me percibió. Marilyn jugaba playstation en la sala de juegos de su habitación de hotel. ¡Qué tío!, pensé. Pero bueno. HOMBRES. Examiné al Manson, invisible también. Decidí arriesgarme, y me metí en él. Joder la hostia, que mal estado físico. Caminé hacia la bañera y le dije a Dita: nena, es hora de hacer lo que vinimos a hacer. Ella me dijo, en un inglés muy rudimentario algo así como oh, nene, no quiero fotografiarme ahora. Y yo pensé ¡joder! Qué hace este tipo con esta mujer. Le dije entonces me refiero al sexo cariño, quiero estar adentro tuyo de una vez, o algo así. Ella me respondió ¿pero no estaba enfermita tu guaguis?. Mierda. Mi guaguis. Y peor aún: enfermita. Joder la hostia. Me toqué la cosa, y claro, era un guaguis pequeñito. Nada que no se pueda arreglar. Me bajé los pantalones y le dije este es mi verdadero guaguis y le mostré una copia que instalé por el rato de la verga de Shaquille O’neill. La cosa estaba negra. Pero a ella le dio lo mismo. Se quedó sentada bajo la espuma con cara de a qué hora llega la puta mucama con mi maldito cocktail. Mierda. Me aburrí de sandeces. La saqué de la tina y la tiré hacia la cama que estaba unos metros más allá. Al caer soltó un gritito, pero pude verla de cuerpo entero. Piel blanca. Tetas grandes. Pezones rosa pálido. Un culo increíble. Uno no se espera que una mujer con esas tetas tenga tan buen culo, me recordó a Margarita Cansino, antes de que la aconsejara de cambiarse el nombre a Ryta Hayworth. Bueno. La Von Teese estaba ahí, sobre la cama, dándose vueltas, sin saber si temer o abrirse de piernas. Qué hermosas piernas por lo demás. Salté sobre ella, unos tres metros. Pensé que trataría de huir pero nada. La monté y se quedó ahí, con los ojos abiertos, toqué la pared para que volviera a sonar Madonna, no creo que a ella le gustara eso, pero me dio lo mismo. De la pared salió el sónido de Hung Up a borbotones. La cama se movía. Pensé que en cualquier momento se me iba a escurrir pero de repente me agarró y sin sacarlo se montó ELLA sobre mí. Joder, pensé. Dita Von Teese sobre mí. Dita Von Teese meneando su cuerpo sobre esta alimaña, Dita Von Teese estirando los contorneados brazos sobre su cabeza, el pelo revuelto como el huracán Katrina, la cama remeciéndose, mi cosa negra clavada en su blanca piel, mi piel (o sea, la piel de Manson) blanca también. Me quedé quieto. Ella hizo unos movimientos pélvicos rotando sobre mí, otras cosas como de sacarlo entero y metérselo lentamente, sigue Dita, sigue le dije con mi propia voz pero pareció no notarlo. Ahí estaba su boca abierta bajo los ojos apretados por el puro placer.

Pero de pronto, el puto teléfono magenta se apareció sobre ella, sonando. La chica pareció no notarlo y se corrió. Yo me corrí también mientras el puto teléfono flotaba junto a nosotros vibrando, a punto de explotar. La tiré a un costado de la cama y contesté. Mierda! Quien molesta!. Un hilo de voz al otro lado. Perdone jefe. Era Hoffa. Mierda Hoffa, que quieres! No sabías que estoy follando con Dita Von Teese? Hoffa se disculpó. Perdón jefe, es que justo en este instante llamó Ratzinger para pedir un poco de ayuda. Curas de mierda. Dita estaba aterrada. Tuve que salir del cuerpo de su esposo para irme. Cuando me vio salir se desmayó y cayó de cabeza fuera de la cama. Manson quedó ahí, sobre la cama, apretujado como un estropajo. Putas labores.

Me fui de vuelta a la oficina de Nueva York. ¿Por qué mierda es tan fría Nueva York? Este cura me debe varias.

Dos días después volví a Miami. Estoy en mi oficina, mirando por el balcón hacia fuera cuando de pronto aparece Hoffa con una bandeja. Sobre ella una botella de Casillero del Diablo sauvignon blanc, reserva del 1981, y dos copas. ¿Qué es eso Hoffa?. Él me mira con un gesto muy malicioso que tiene y me dice Jefe, tiene visitas. Hoffa se acerca a la puerta y le dice a alguien adelante señora. Y aparece la propia Von Teese enfundada en un abrigo de piel blanco y con los labios pintados de rojo. Fue una descortesía dejarme de ese modo, Louis. Se abrió el abrigo y quedó en ropa interior de encaje negro. La brisa cálida de Miami entró por la ventana y la envolvió ascendiendo alrededor de su cuerpo como un remolino movido por la curiosidad. Se sentó en el sofá que está junto al balcón. Desde donde yo veía la imagen era: Dita Von Teese en la esquina inferior de una ventana donde en el fondo aparecía la noche azul y una luna redonda y blanca. ¿Y tú esposo Dita?. Hoffa se le acerca y le ofrece cigarrillos. Ella toma uno y Hoffa se lo enciende. Hoffa se retira. Marilyn cree que vine a una sesión de fotos. Dita termina de decir eso y me mira fijamente, sonriendo. ¡Sonríe!. Y yo soy Louis Cyphre, pero tiemblo.

1 Comments:

Blogger kany said...

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9:20 PM  

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