Thursday, April 20, 2006

PAPILONACEA Y EL SAPO

Desperté sintiéndome mal. Se lo dije a Hoffa. Me siento horrible, tengo una intoxicación estomacal al parecer. Hoffa me miró como preguntándose donde mierda estaba mi estomago. Lo miré fijamente y me dijo ya voy jefe. Y salió a buscar a la Papilonacea, la bruja de aquí, la curandera, la que me quita todos los males. Ella llegó con su habitual tenida verde fosforescente y me palpó el abdomen. No tienes nada señor, me dijo. De qué hablas mujer, ¡me duele! Reclamé yo. Entonces ella me dio su mirada esa de cuando no tiene mucho ánimo de mis ataques hipocondríacos y me dijo Ok, te traeré un remedio.

Y Lo trajo. Era un frasco de vidrio lleno de leche, y en la leche flotaba una rana de Darwin que nadaba como si la leche le provocara éxtasis. Ella me dijo bebe el contenido de este frasco y te vas a sentir bien. Miré el frasco. Al fondo tenía unos sedimentos, unos gránulos color café, lo que me imaginé eran la mierda del sapo. Miré a Papilonacea y me dijo bébelo, te sentirás mejor. Después de eso Papilonacea salió caminando con el ritmo de la persona que acaba de lanzar un dardo que sabe va a llegar y ni siquiera se queda esperando que eso pase ¿me explico? Qué de mí. Fui y bebí. O traté de beber para ser exactos, porque apenas me empiné el frasco el sapo me dio unos zarpazos con sus pequeñas uñas, directo a la nariz. Vaya sapo de mierda, pensé. Intenté de nuevo, mi dolor crecía más, lo único que quería era beber la bebida esa. ¡Hoffa, trae un tubo de papel higiénico, sólo el tubo de cartón! Hoffa salió del despacho como si lo hubiese mandado a provocar un aluvión (cosa que adora hacer) y en menos de tres minutos estaba de vuelta con un cartón tubular. Me lo puse en la nariz y traté de beber de nuevo. El sapo dio sus zarpazos, pero sólo tocaron el tubo. Así que bebí. Bebí, bebí, bebí y mientras lo hacía sentí como mi estomago se calmaba, era mágico en verdad. De pronto me dio asco seguir bebiendo. Sentí que había bebido demasiado, pensé a decir verdad, que estaba bebiendo leche con mierda de sapo, y la idea no me gustó para nada. Pensé si quería vomitar, pero no. La verdad me sentía de maravillas. Hoffa me miró con complicidad, como si me hubiese dado a probar una nueva chica y esperara mi opinión sobre ella después de tirármela ¿Y, jefe?¿Qué tal?. Muy bien Hoffa, muy bien… gracias. Le entregué el frasco y lo recibió con gusto, como si la preparación la hubiese hecho él. Salió del cuarto meneando su cada-vez-más-grande cola. ¿Será Hoffa mi sucesor?

Sucesor de qué. A dónde me voy a ir.

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